O hipócrita o imbécil
3 mentiras del texto que le escribieron a Kenji Fujimori
Un par de panes con queso preparados en la celda-suite del culpable de la masacre de Barrios Altos son hoy los responsables del aparecer de un nuevo santo peruano: Kenji Gerardo Fujimori Higuchi. El abogado de Ollanta Humala ha destacado el “hecho humano” (sic) que representa la atención del hijo del ex-dictador a nuestro más reciente ex-presidente encarcelado, la prensa en coro ha hecho eco de la acción, y en las redes sociales exégesis del gesto se disputan un lugar.
Una de las interpretaciones que hieren el ojo es la del propio Kenji Fujimori. Con 570 palabras de melodrama ordinario el hijo del candidato al senado japonés ha osado erigirse como la personificación de una nueva Comisión de la Verdad y la Reconciliación, más verdadera, más reconciliadora y más naranja.
El texto es insultante especialmente por sus conclusiones. Si la nuestra fuera una República que se respetara, la prensa exigiría desde ya la rectificación del congresista, en lugar de discutir hasta qué punto su “humanidad” es la de un nuevo-nuevo (pero ahora sí de verdad nuevo) fujimorismo. Kenji Fujimori, un día antes de cumplirse 25 años del secuestro, la tortura y el asesinato de nueve estudiantes y un profesor de La Cantuta, se ha atrevido a escribir lo siguiente:
"En esta espiral de violencia política que ha sido el Perú de los últimos años, esta arena movediza de confrontación, elegir el odio es el camino fácil. Afortunadamente, no guardo rencores. Siento que mi familia podría ser de las más golpeadas y, sin embargo, con la experiencia de este día, ¿cómo podría yo guardar resentimientos por razones políticas? La política es una cosa, la vida es otra. Esta es la hora de curar heridas, pienso, sin odios, sin venganza, con manos abiertas. Debemos reconocer nuestros errores y construir nuestro futuro. No sé si eso es lo que un político puede hacer, ¡pero debería!"
La pequeña batalla (al parecer ganada) de Kenji podrá ser inusual, pero el fujimorismo es siempre el mismo. La estrategia general es la de antaño y las falacias repetidas.
1. “Elegir el odio es el camino fácil”
Durante toda la campaña previa a las elecciones de 2016, el fujimorismo acusó a sus adversarios de “odio”, pretendiendo vincular al antifujimorismo (Vargas Llosa incluido) con un resentimiento irracional o fanático. Esa táctica desviadora se mantiene: el antifujimorismo no tiene su razón de ser, dice ahora Kenji, en el rechazo a la herencia del presidente más corrupto de nuestra historia, sino en el rencor.
2. “Mi familia podría ser de las más golpeadas”
Leer esto en el periódico más antiguo del Perú es humillante. No sólo el “golpe” contra su familia no tiene comparación posible con el de las familias asesinadas durante el conflicto interno, las víctimas de extorsiones y la corrupción en general, o las familias frustradas de las mujeres esterilizadas por órdenes de su padre, sino que su familia es la responsable principal de la rapiña durante los años oscuros de nuestra historia. Hija primera dama y tíos prófugos hasta la fecha acompañan en la culpa al presidente que renunció por fax.
3. “Debemos reconocer nuestros errores”
Esta expresión sigue una línea que va desde el sinvergüenza “Perdón por lo que no llegué a hacer y por lo que no pude evitar” inscrito en el autorretrato del exdictador, hasta el más cauto pero igual de desentendido “se cometieron errores y delitos durante el gobierno de mi padre”. ¿Cuál de los crímenes incluidos al contar, solamente, las 5 sentencias que cumple Alberto Fujimori gozan del tibio estatuto de “error”? ¿El secuestro al periodista Gustavo Gorriti o la compra de congresistas tránsfugas? ¿Fue un error el pago de 15 millones de dólares a Vladimiro Montesinos? El mismo artífice del “gesto de humanidad” que costó dos panes con queso escupe impunemente sobre la memoria de las víctimas de La Cantuta y Barrios Altos.
La anécdota del último domingo en la Dinoes no es parábola de una nueva era política (que de ser el caso, sería el comienzo de una era en que todos los colores de traidores al pueblo se dan la mano), sino el eterno retorno de lo mismo: el fujimorismo burlándose de todos nosotros, canjeando memoria por promesas de futuro a cambio de dos panes con queso y una frazada.